Entre banderas y paraguas, envueltos en humedad, 200 mil personas se movilizaron este jueves para una cita en Plaza de Mayo. Subida a un escenario, Cristina Fernández de Kirchner dice: “A mí me encantan las tormentas, no sé si a ustedes”. Y aunque la multitud que la escucha no responde en ese momento, probablemente diría que sí. Las citas con ella no se suspenden por lluvia.
Es 25 de mayo y hace dos días que casi no para de llover. Las aplicaciones de meteorología comunican el estado de alerta por las tormentas que pueden avecinarse en la ciudad y alrededores. También hace unos cuantos días que la ex mandataria Cristina Fernández de Kirchner convocó a un acto en Plaza de Mayo bajo el lema “Imitemos el ejemplo”, por los veinte años de la asunción de Néstor como presidente y con la confirmación de una única oradora: ella.
Se acerca el mediodía y el cielo está gris. La humedad nos envuelve en una constante sensación de que en cualquier momento se larga a llover de nuevo. La avenida 9 de Julio es una fila de micros estacionados de ambas manos y gente que camina. Hay pocos lugares libres. Las columnas de diferentes agrupaciones se desplazan con sus banderas hacia donde ella les pidió que fueran: la Plaza de Mayo. Todxs caminan para el mismo lado, todxs van porque ella les pidió que vayan. Y, aunque no sabemos bien qué va a decir, se especula bastante con que se anuncie alguna candidatura para el Frente de Todxs. ¿Será ella? ¿O es Wado? ¿Puede ser Massa? ¿Y qué pasa con Kicillof? Los medios de comunicación, la oposición y el arco político completo esperan la noticia que lo cambie todo para luego, quizás, abrir paso a las especulaciones.
Las calles que rodean la plaza son un hormiguero de gente, se respira un clima de alegría y de entusiasmo donde miles de personas acuden a una cita con su referente. Es 25 de mayo y se nota, es feriado y algunxs lucen sus escarapelas. Los puestos de choripán no fallan. Ante la tormenta que se avecina, avivan el fuego. Le dan el aroma a este evento una vez más. Hay remeras con leyendas e imágenes del peronismo que se combinan con fotos y frases alusivas a nuestro gran título: ahora somos campeones del mundo. Evita, Perón, Néstor y Cristina comparten algunos espacios de venta ambulante con lxs ídolos futboleros y las tres estrellas.
Una señora compra en un puesto callejero un piluso que dice: Argentina con Cristina, se lo pone y se mira en el vidrio de un auto estacionado, se encuentra con su reflejo, se acomoda el sombrero y sonríe. Una pareja sostiene una canastita con escarapelas e invita a quienes pasan a que se sirvan una y se la coloquen en el pecho. Un señor de mediana edad se para sobre un cordón alto de la vereda para quedarse elevado y desde allí sostener un cartel con una foto de Cristina que dice: cada día te queremos más.
El cielo afloja con la tregua que nos había ofrecido y se larga a llover. Las gotas empiezan tímidas pero después agarran confianza y caen fuerte sobre lxs miles que estamos a la intemperie esperando por las palabras de ella. Como todavía es temprano, desde la organización ponen música bien fuerte y parece que esa es la solución. Las canciones hacen a estos argentinxs impermeables, la gente baila sin importar que cae agua por todos lados. Se tapan como pueden: con paraguas, con carteles o banderas, con bolsas de consorcio o nylon, pero todxs bailan al ritmo de cumbias y temas movidos. Se cruzan sonrisas y miradas de entusiasmo y complicidad. Un señor de unos 70 años tiene una bolsa con estampado de flores en la cabeza y se ríe de sí mismo: ya estamos jugados, dice con los ojos achinados.
Las banderas se enredan con los paraguas y por el parlante anuncian que se entonarán las estrofas del himno nacional. La multitud canta y cuando termina saltan y levantan sus brazos haciendo con sus manos la forma de una V. A los pocos minutos, es presentada la oradora del evento y se concreta, por fin, la cita por la que todxs esperaban. Cristina aparece en el escenario y la Plaza la recibe cantándole: presidenta, Cristina presidenta.
Acompañada en el escenario por funcionarios, legisladores y dirigentes del oficialismo – también por algunos de sus nietos-, la ex mandataria propone algunos ejes para la etapa que viene. Habla de la renegociación de la deuda, de la administración soberana de los recursos naturales, de la reforma judicial y de la renovación del pacto democrático. Interrumpida en varias oportunidades por los cánticos de la gente, a los que le da lugar, continúa su discurso. Una más y no jodemos más fue uno de los hits de la jornada y se sintió con la impronta del quiero ganar la tercera.
Rayos y truenos se despliegan en el cielo ante sus ojos y también la interrumpen mientras habla. Cristina se deslumbra y frena lo que está diciendo para hacer alusión al clima: “A mí me encantan las tormentas, no sé si a ustedes”. Y aunque la multitud no responde en este momento, probablemente diría que sí. Al fin y al cabo, las tormentas tienen algo de ella: imposibles pasar desapercibidas, fuertes, necesarias, a algunxs pueden gustarles y a otrxs no. De lo que sí hay certeza es de que ambas comparten el protagonismo de esta jornada.
Si bien los 20 años de la asunción de Néstor fueron el motivo para repasar los logros de las presidencias de ambos, Cristina encara sus dichos posicionándose en contra de los discursos neoliberales que circulan en los precandidatos de Juntos por el Cambio y de Libertad Avanza. Además, hace duras críticas a la Corte Suprema y la califica como «un mamarracho». Tampoco se olvida de los medios de comunicación, esos que muchas veces “dicen boludeces”.
«¿Por qué creen que me odian, me persiguen y me proscriben? Porque nunca fui de ellos ni lo voy a ser, hagan lo que hagan, me quieran matar o meter presa, nunca voy a ser de ellos. Yo soy del pueblo y de ahí no me muevo”, soltó CFK hacia el final del acto y a varixs se les gastaron un poco las palmas de las manos de tanto aplaudir.
El acto finalizó sin que Cristina señale un candidato, sin embargo, no sólo marcó el rumbo sino que además dio un contundente mensaje. Lxs argentinxs que la apoyan son una inmensa multitud que siempre está con ella, aunque llueva, truene o la meteorología se canse de mandar notificaciones por alertas amarillas de tormentas.
Foto de portada: Sebastián Hipperdinger
Fotos interiores: Igor Wagner