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¿Lo inimaginable pide bis?

La segunda vuelta de las elecciones en Brasil propone dos escenarios de salida, uno de esperanza progresista y de sincronicidad virtuosa en la región a partir de un gobierno progresista que reedite -dentro de sus posibilidades- la alianza de Patria Grande que hubieran construido Néstor Kirchner y Lula Da Silva. El otro mundo, el que nos cuesta pensar, observado en la paradoja que devela Ricardo Lísias. El hastío de un electorado desahuciado que, privado de herramientas para concretar aquella consigna política de la vida que soñó y merece, se entrega de cuerpo y alma. Terceriza las responsabilidades que tiene con «soluciones» de la anti política, en soluciones políticas inconclusas. Alimentados por los fantasmas, la hoz, el martillo y la furibunda reacción de quienes gestan odio a lo que Lula dice representar.

Tales Ab’́Sáber, citado en el Diario de la Catástrofe brasileña de Ricardo Lísias, exhibe el funcionamiento de lo que llama fascismo común de smartphone: “Delante de la monstruosidad proyectada en el enemigo político [la fantasmagoría de encontrar en la presidenta Rousseff réplicas del flagelo (SIC) de la revolución comunista bolivariana], todas las propias acciones bárbaras se justificaban plenamente”.

La lógica que combinaba disciplinamiento laboral, censura, mesa judicial para proscribir a Lula, es la que ungió victorioso el Programa de Bolsonaro en 2018. Algo que la propia Dilma había vaticinado en un foro en el Congreso de Sociología de ALAS (en el ya remoto 2017), con el primer turno de las elecciones presidenciales en Brasil -el pasado 2 de octubre- empieza a tomar forma:  Sí, Lula volvió como candidato competitivo. Hasta hoy es el favorito para llegar a la cúspide de Planalto. Su contendiente, no obstante, amplió su base electoral de aquél 2018 en 1 millón 700 mil votos. Lo que, parafraseando el subtítulo que Ricardo Lísias puso al Diario en que desglosó la avanzada de la pulsión de muerte y el odio bolsonaristas (“lo inimaginable fue electo”), habilita la alerta roja: lo inimaginable pide bis. Conocidos los resultados del escrutinio, quien encabezó la votación a Presidente manifestó que la segunda vuelta es, apenas, la oportunidad para convencer. Apeló, además, a cierto color épico. Recordó que sus dos victorias anteriores ocurrieron en segunda vuelta. (También tuvo dos derrotas en segunda vuelta, pero desde luego que el historial recortado es lo que mejor conviene a la oportunidad).

La fantasmagoría del rival es un peligro con tentáculos vigorosos si se lo torea y, ateniéndose a la pulsión de muerte que describe puntillosamente Lísias, no aplica relamerse en cicatrices. Existen no menos de tres militantes del PT asesinados por bolsonaristas desde que comenzó la campaña y, como postuló en su hora Tales Ab‘Sáber, la amenaza neofascista de desconocer las elecciones, se basa en memes alevosos. Lo que en raramente aparece dimensionado, de cara a la segunda vuelta, es que el control de daños haya empujado a la pauperización de las ideas y, con un giro a la derecha, una retahíla de gestiones disfuncionales hayan quedado refrendadas en las urnas.

El pasado 2 de octubre, el aval avasallante a las fake new furibundas y las “operaciones” se incrementó y tradujo en la composición de un Congreso que robustece a los que ultrajan la convivencia. La lógica del Poder Sobre, de suprimir a parte de la soberanía electoral, cuyo vocero principal (no el único) es la derecha descarada y estridente, evita la construcción de los consensos multilaterales que la región había erigido, en los ochentas, cuando la recuperación democrática. Además de socios en el Mercosur, Brasil y Argentina formaban parte del G77, mutualidad que alentaba condiciones para desandar la Guerra Fría y perfilarse para revertir las secuelas de ser considerados periferias en el mundo global. “El mundo en una encrucijada; la tensión ya no está más en su punto extremo, pero tampoco la paz es estable; el estancamiento no es general, pero tampoco lo es el desarrollo”. A este diagnóstico que contiene un pronunciamiento por lo mutual y confianza en la democracia liberal, no se lo agrava espontáneamente: en la segunda parte de los noventas se concatenaron las crisis financieras de México (1994), Asia (1998) y Rusia (1999); la burbuja de las puntocom (2000); la doble acción militar de Rusia en Chechenia (1994 y 1999); la guerra de Kosovo (1998-99) y la intervención de la OTAN. Desigualdad creciente y un aumento considerable de los actos terroristas completan el escenario en que las instituciones han perdido terreno y se las desplaza con bravatas. ¿Son Ellos o Nosotros? ¿Cómo y dónde repensar la conjunción o?

 

¿El escenario en espejo?

El pasado 1 de septiembre se catalizó en Buenos Aires una violencia simbólica que mal puede agotarse en la carátula del expediente de Fernando André Sabag Montiel; vivimos en sociedades estancadas. O donde lo único que crece de siete años a esta parte es la curva vegetativa poblacional. Se requiere obtener una agenda permanente y por encima del chisporroteo electoral. Dialogar, especialmente, con los sub 30. Son las víctimas preferenciales de la vulgata anti estado y del brete -microdancing- al que confina la mera indignación. Dos expresiones convocan alguna esperanza en ese sentido.

Una encuesta del Observatorio Social de Psicología Aplicada de UBA establece un balance del humor social entre 2020 y 2021. Sobre aproximadamente mil casos de una muestra tomada en CABA y el AMBA.  Entre las cosas bien hechas por el Estado y las organizaciones sociales durante la pandemia (considerando la vacunación y los planes de contención), estas personas pasaron a tener una evaluación positiva de lo sanitario gestionado de manera estatal, que mutó del 29% en 2020 al 40% para 2021. Mucho de esto no tuvo traducción, es evidente, en las elecciones de medio término de Argentina de finales del año pasado. Tampoco el repudio mediático al desmanejo de la pandemia por parte de Bolsonaro le hizo mella en las urnas. La performance electoral no puede ser inconsecuente con un programa. Y el programa es alentar comunidades de práctica política pacífica e inclusiva.

Es tiempo de acercar buenos diagnósticos. Y en tal sentido, Roberto Mangabeira Unger, ex Ministro de Asuntos Estratégicos (2007-2009 y 2015) proporciona uno de interés aglutinante. En Folha do São Paulo escribió la misma noche del comicio Mangabeira la sospecha de un ciclo agotado: “la tentativa estéril de aplacar la voracidad rentista del mundo financiero con gestos de pseudo ortodoxia económica y de pacificar con medidas compensatorias a los pobres”. Muchos de los sub 30 consideran una versión esotérica a cualquier atisbo de consolidación hacia el “país que nos merecemos” de Alfonsín o, como fue en la primera década del siglo, el Brasil que con Lula encabezó políticas públicas gravitantes como el Bolsa Familia y defendió -junto con Néstor Kirchner- los intereses regionales. Encuestados, acuden a un tono desdeñoso. En palabras de Paul Nizan: “Tenía veinte años. No dejaré que nadie diga que es la edad más bella de la vida” . Brasil buscará en el ballotage derrotar a quien vituperara la naturaleza misma del acto eleccionario. Bolsonaro no está débil.

Pero, devolverle a la política expectativas de comunidad, es satisfacer algo más que discursos de comidilla electoral. A partir de la página 23 del Diario se leen trechos de la correspondencia de Pier Paolo Pasolini con Ítalo Calvino. Calvino prescribía no toparse con los jóvenes fascistas. PPP daba vuelta la taba: “deberíamos hacer lo imposible por descubrirlos y encontrarlos. No son representantes fatales y predestinados del Mal; no nacieron para ser fascistas. No se imprimió sobre ellos de manera explícita, sexista y racista la condición de fascistas cuando atravesaron la adolescencia; quién sabe por qué razones y necesidades. Es, una forma atroz de desesperación la que impele a un joven a esa elección; tal vez le hubiese bastado una pequeña experiencia de diversidad en su vida. Apenas un pequeño encuentro, no necesariamente enfático, hubiese bastado para que el destino fuese otro”. 

Apostamos a que la elección en Brasil el 30 de octubre, fecha muy grata de la democracia argentina, será reparadora. Recomenzar otra vez, de nuevo. Prescindir de la categoría Otro = monstruo. El resultado victorioso da pocas garantías si no se reconstruyen lazos comunitarios en que sacudirnos el resabio vengativo del Ellxs o Nosotrxs.

 

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