Generaciones de artistas están abriendo un nuevo tango a un mundo con viejos dolores. En el caso de Rinaldi, maestra e investigadora, el tango se baila en la arena brasileña. 

 

“Dos tipos en un bar se toman las manos, prenden un grabador y bailan un tango. De verdad”. Y Charly García suspira ese de verdad porque en 1983, en la Argentina post-dictadura, a la vuelta de un exilio, ¿quién veía dos tipos abrazados bailando un tango? Cuarenta años después, cuando la bailarina y maestra de tango Lucía Rinaldi se baja de un avión en Brasil y -como el protagonista de la canción- recorre una ciudad, dos tipos en un bar bailando un tango no somos tan extraños, ¿o sí?

Florianópolis y Buenos Aires casi no entran juntas en una oración. Pero el tango, en este mundo escorado, herido, pone a la gente a mirar al mar de una manera muy similar. Es un abrazo reparador. ¿De qué? De lo que la persona necesite, según Lucía. Con una estampa de tango sin roles ni distinciones de género y con la certeza de la capacidad regeneradora del 2×4, la docente se suma al trabajo de varias camadas de artistas que amplían lo que se entiende por tango y lo que esa música —esa forma de ver la vida— puede hacer en las personas. En su ocho más reciente, la maestra lleva el tango a Floripa y la pregunta que se abre es infinita: ¿Qué puede hacer el tango por el alma brasilera?

 

¿Cómo abordas el tango?

Mi búsqueda es entender qué le sucede a la gente cuando está en contacto con el tango. Cuando estoy trabajando en ciertos temas, habrá afectaciones que lleven a las personas a un cuestionamiento personal o a una transformación personal. Y eso implica la conciencia de saber lo que está pasando, la posibilidad de sumarse a eso que pasa. Quizás no lo busquemos como terapia, pero tal vez trabajar en lo que el tango requiere nos ayude a entender por qué, por ejemplo, se me levantan los hombros al bailar. Necesitamos trabajar en eso y cuando trabajemos en esa afectación, esa persona descubrirá algo sobre sí mismo, y quizás tendrá una nueva forma u organización de su cuerpo en estas circunstancias.

 

Tradicionalmente el tango se enseña a través de figuras o técnicas, ¿cómo es en tu caso?

El método más global de aprendizaje del tango son las figuras o secuencias. Cuando el único método es la técnica o la figura, a mi modo de ver, se pierden muchas cosas pasando en otras líneas que la danza implica. Y termina siendo un lugar donde la persona, con miedos y sensibilidades, aumenta su rigidez y disminuye la sensibilidad. Entonces creo que no es tan beneficioso para la conexión, para la exploración, para comunicarse con otras personas sin hablar. Un esfuerzo por responder a una estructura que no es la nuestra y que crece es rigidez y desconexiones.

 

Cuando se aborda el tango de esta manera, ¿qué le pasa a las personas?

Algo maravilloso que pasa es conectarnos físicamente con otras personas y esa conexión nos permite entendernos más allá de miedos y prejuicios. Como si a través del cuerpo y de esta experiencia pudiéramos vivir una cercanía con el otro que no vivimos a diario. Cuando hacemos un ejercicio de conexión, hay un silencio total hermoso, y la transformación que ves en los rostros, en los ojos brillantes, en los cuerpos, me hizo seguir investigando. Acá pasó algo más allá del tango, algo que tiene que ver con ser humanos y de ir más allá de los límites de nuestro juicio, sintiendo menos o más, el miedo y las historias que vivimos, el deseo o el rechazo por la mirada externa. En esos momentos, podemos saltarnos todo eso y conectarnos con alguien más más allá de todo eso. Eso es expansivo, hermoso, y no tenemos esa posibilidad muy a menudo en otros contextos.

 

¿En el tango hay algo terapéutico, entonces?

No es necesario mirar el tango terapéuticamente para que el tango sea terapéutico. Es entender lo que significa bailar, improvisar en pareja y en grupo, y que lo que ahí está implícito es transformador para las personas. Y si podemos formarnos como maestros y maestras en lugares donde se necesita sentimiento, no nos sorprenderemos cuando alguien se conmueva profundamente con el tango. Creo que este es un momento muy hermoso para el tango en general, y un momento muy nutritivo para muchas personas y muchos maestros valiosos.

 

¿Cómo ves la situación de la Mujer y las diversidades?

Hay muchas mujeres bailando juntas y muchas mujeres dando talleres solas o en pareja. Estoy en un colectivo que se llama Autoras Tangueras, que reúne a mujeres investigadoras del tango que están a punto de publicar investigaciones que han hecho durante años. Esto es como un florecimiento. Creo que el quiebre de la pandemia y el cambio social lo han favorecido, y ahora estamos en una especie de momento extraño, que genera tensión para unos, alegría para otros, pero al final es transformación.

 

PH: Karina Macchioli 

* Lucía dará clases el sábado 22 y domingo 23 de octubre en Dance Impar, Florianópolis.