Empezaba a moverme por el castillo, o por el laberinto, no me acuerdo ya, hasta donde estaba la princesa. Cerca de la salida era esto –se veía un portón enorme– pero hasta afuera faltaba un tramo. Una mesa circular, de piedra, la princesa sentada ahí, el ruido que llegaba de afuera, el efecto de la luz ahí. Entonces me acerco, entro en el arco de luz, hablo. Che, ¿viniste hace mucho? No era el diálogo ese, pero es lo que me acuerdo. Che, ¿viniste hace mucho? ¿Alguien te viene a ver? Y la respuesta: Estoy como hace una semana. Y es la tercera vez que estoy. Mis viejos vienen. Y sacó un paquete de cigarrillos y tenía manchas amarillas en los dedos. Muchas. Y una paz amarga que no tenía sentido. Diecinueve, veinte años. No más. ¿Y por qué viniste?, le digo. Ella tranquila: Yo estoy internada, dijo, porque no sé quién soy. Y cuando agarró mi encendedor vi las marcas en las muñecas corriendo a lo largo. Un castillo, un laberinto; ahí le decían: el Sanatorio. Hasta donde sé, esa primavera, el juego, para ella, quedó ahí. ¿Habrá cumplido 20 internada? Más acá en el tiempo, esta primavera, en la Exposición de Videojuegos Argentina (EVA), miles de jugadores y jugadoras sacaron a sus personajes de niveles oscuros y los juegos más premiados fueron, justamente, los thriller de horror Madison y Vlad Circus: Descend into Madness. La EVA 20 mostró la potencia de un sector capaz de exportar como pocos. Pero que también es capaz de contener a una generación.

 

Un hito en proceso

Un éxito total. Un hito. La primera EVA en llegar al Centro Cultural Kirchner, el espacio público de cultura más grande de América Latina, tuvo 800 rondas de negocios, trajo a 40 publishers internacionales y presentó ante miles de personas 60 juegos que apenas son la punta de un iceberg del que nadie puede aún tener dimensión. La vigésima edición de la exposición, organizada por la Asociación de Desarrolladores de Videojuegos Argentina (ADVA) con apoyo del Ministerio de Cultura de la Nación y el Mercado de Industrias Culturales de Argentina (MICA), presentó números record en un sector que de por sí tiene números más que interesantes.

Esas cifras, que el Observatorio de la Industria Argentina de Desarrollo de Videojuegos releva desde 2018, son contundentes. Una industria capitalizada en 72 millones de USD, que incluye a 1500 trabajadores y cuyas principales unidades productivas, el 86 por ciento de ellas, son micro y pequeñas empresas que ni siquiera tienen 10 años de historia.

Durante las rondas de la EVA esos emprendimientos pudieron negociar mano a mano con los principales exponentes de la industria a nivel global. Desde que la cultura en el mundo se produce por medios industriales, Argentina dio al mundo creadores universales: sucedió con el tango y el cine en los años 20, con la literatura, las artes plásticas, el rock. Los próximos emblemas de las artes argentinas muy probablemente se hayan sentado en las rondas de negocios de la EVA. La pregunta es: ¿dónde están ahora? Y también: ¿en qué están pensando?

¿De quién son mis deseos de hoy?

¿En qué piensa un genio? Nadie sabe. Pero el viernes, abajo de la Ballena Azul, muchos, muy probablemente, estaban pensando que la Expo era excelente. Y tenían razón. Con la chance de probar los últimos lanzamientos de desarrolladoras como PurpleTree, Indisruption o Navegante, miles de personas con edades, sexos, géneros o ideas diferentes disfrutaron juegos con proyección internacional. En algunos años, por ejemplo, podrán decir que probaron tal o cual juego mucho antes de que se convirtiera en un clásico. 

Circular por esos stands de prueba fue también una manera de caminar el territorio argentino con un mapa de la industria gamer. En el caso de la EVA, alguien podía recorrer la explanada de los juegos y cruzar desarrollos de Santa Fe, Córdoba, Santiago del Estero, Buenos Aires o Tierra del Fuego, por ejemplo. Esta última plaza, una de las zonas donde la industria más ha crecido en los últimos años y una de las provincias que hosteó su propia EVA en 2018, presenta, también, algunos números sombríos : Tierra del Fuego tiene la tasa de suicidios más alta del país y la mitad de los casos son de adolescentes.

Como se dijo antes, nadie puede saber en qué piensa alguien genial, pero mientras la comunidad gamer argentina y muchos otros asistentes internacionales navegaban la oferta de juegos, algunas preguntas quedaban picando: el crecimiento económico está claro, pero, ¿qué puede generar la comunidad desde lo humano? La comunidad avanza en su organización, pero, ¿crece para qué?

 

Descend into madness o no, esa es la cuestión

Después de dos días con miles de visitantes, cientos de rondas de negocios, cerca de 500 portfolios recibidos en su Feria de Empleos y muchas personas que se conocieron personalmente en la EVA, la Exposición cerró con una entrega de premios; una muestra de la tremenda calidad y variedad con la que el gaming argentino comienza la década. Madison y Vlad Circus: Descend into Madness fueron los principales galardonados de ese certamen, dos joyas que rebalsan de artesanía en su elaboración gráfica y narrativa. En el primero, hay que escapar de un demonio atravesando escenarios escabrosos y con una cámara de fotos instantánea como principal herramienta para esclarecer los misterios del juego y liberarse. En el segundo, hay que reconstruir la historia de un circo arrasado por un incendio intencional en los años 20, a pesar de que algunos de sus personajes quieran impedir que el protagonista salga ileso de esa misión.

Más allá de las temáticas de horror, un clásico inagotable de los videojuegos, también se destacó Atuel, un juego ambientado en Mendoza en el que el jugador puede ser, en distintos momentos, el mismísimo río, diferentes animales, espíritus de la naturaleza y más. El objetivo de este juego-documental es compartir con los jugadores una parte del profundo significado entrañado por el río para quienes viven cerca de él o, en muchos casos, gracias a él.

En su vigésima edición, la EVA confirmó la calidad y el potencial de un sector económico que en Argentina, a su vez, es una comunidad. Esa comunidad, en este mundo, donde mucha gente descend into madness enseguida, en pocos años logró hacer de Internet y el software una tremenda herramienta productiva que puede liberar mucho más que su potencia económica: puede aportar al ADN de lo que entendemos por Argentina, puede cambiar vidas. Ayudar a que muchos y muchas, encuentren, literalmente o no, la salida del lugar en el que están.

Desde la generación de empleo para jóvenes hasta las aplicaciones de los juegos en materia educativa y de salud mental, lo que trae la industria del gaming apenas sí se llega a ver en el horizonte. Todo depende, el tiempo dirá, de quienes aprieten Start.

Fotos: Cecilia Talavera

+ info sobre la EVA en nuestra videocobertura

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