Vueltas olímpicas, triunfos icónicos, goles agónicos y luchas sociales. Cinco murales, cual pinturas rupestres, rozan las prácticas mágico-religiosas y dejan por siempre en la memoria a los ídolos barriales. 

 

Las líneas temporales en el fútbol son confusas. Arbitrarias también. Uno elige clavar el dedo índice en un momento que lo marcó y decir “desde acá el fútbol para mí ya no fue el mismo”. Ese método, como ligado al antes y después de Cristo, es el mismo que experimentan los barrios, los clubes humildes y que, en paralelo, marca a fuego a su tribuna. 

El mural de la volada del Mono Mena en Tristán Suárez, partido de Ezeiza, no sólo sirvió para tapar los “Duhalde 1999” o las primeras pintadas a la cal con el apellido ‘Granados’.  También les dice a los vecinos del barrio La Porteña que para el Lechero no habrá otro arquero igual. Esa esquina, la misma que hoy patean sus hijos, es la mancha en la pared donde se rubrica oficialmente que todos los guardametas que vistan la Azul y Blanca estarán medidos con la vara del Mono.

En otro ejemplo, quien se atreva a hacer historia en el Tricolor de Adrogué, primero deberá tomar unos mates en la Plaza Pablo Vico de Rafael Calzada, googlear el gol agónico de Juanchón García e ir a la galería que está atrás del estadio Lorenzo Arandilla para buscar la bendición del entrenador que es protagonista en cada párrafo del nuevo testamento de Brown. 

¿Trascender desde lo social? ¿En el ascenso? Bueno, si. Pero sólo después del loco Dubois. El mismo que se les plantó a los sponsors que no ponían la plata y que llegó a las paredes mendocinas a través del pincel de un hincha fanático “del fútbol de antes” y de Independiente Rivadavia, la Lepra

Incontables son las historias y más aún, por suerte, las paredes que nos las recuerdan a diario. La mística del fútbol de abajo y el arte de los barrios habita en los ladrillos pintados por las mini civilizaciones de hinchas que se llenan el pecho contando anécdotas de sus deidades más cercanas. Esos ídolos con los que, muchas veces, compartieron un espacio, una birra o una charla después del partido.

El Mono Mena: De palo a palo

Los afortunados y/o disciplinados que alcanzaron el fútbol profesional muchas veces aseguran que nunca dejaron de ser jugadores después de retirarse. Ernesto ‘Mono’ Mena es arquero. Todavía. Porque se ataja el corazón de todo Ezeiza. Defendió el arco de un Tristán Suárez que en la década del ‘80 aún iba de punto y, pese a su 1.65m, es el espejo para todo aquel que se ponga los guantes en las áreas del estadio 20 de Octubre. 

Parte de su vida la transitó en el barrio La Porteña, hoy continúa en el distrito. Allí, a dos cuadras de la Ruta 205, los “Legendarios” de Tristán le hicieron un homenaje. Pese a su juventud, los más sabios siempre les recuerdan: “Nunca vi un arquero atajar tanto como el petiso de Tristán Suárez contra Lanús”, es la frase clásica que los hijos del Mono siempre escuchan.

Foto: Nehuen Rovediello

Gonzalo, uno de los hijos del Mono, está vinculado a la institución como hincha y parte de las transmisiones partidarias. Un 8 de diciembre, dos años atrás, impulsó la idea de pintar en las paredes de La Porteña ¿Por qué? Porque es el único barrio de todo Ezeiza con dos campeones, Ernesto Mena, su viejo, y Oscar López, su tío e integrante del plantel que ascendió en el ‘75.

Foto: Nehuen Rovediello

ÉL y  “Los Pibes del Pincel”, grupo artístico identificado con Suárez,  llevaron adelante la pintada Nro. 20 de la agrupación. “Ernesto Mena tiene tres facetas, es el ídolo de la gente y el club, es mi viejo y también es abuelo. En esas tres facetas suyas no me puedo quejar de ninguna. Cuando paso por esa calle se siente algo hermoso, es puro orgullo”, le cuenta a Tierra Roja.

Cada día que transita esa esquina o que pisa el 20 de Octubre y se encuentra con los hinchas más longevos, sabe —o le hacen saber— que ese petiso “es una leyenda”. 

Una cortita y al pie. La foto que originó el mural, la más nítida, lo retrata defendiendo colores de San Telmo, el Candombero. No tenía puesta la Azul y Blanca. Pero era la más nítida, ey. A los pibes les sirvió. A nosotros también. 

“Dubois era un personaje romántico por sus ideas”

El metalero Darío Dobuis llamó la atención por salir pintado a la cancha, como sus héroes del black metal. Sus luchas contra las injusticias en el fútbol también dejaron una marca. “Pintarse la cara, ser metalero, andar con personas transgenero. Era un tipo que se plantaba mucho de acuerdo con lo que pensaba”, dice desde Mendoza, Marcos Paradizo, artista de ‘Fútbol Mostro’ y autor del mural que este emblema del ascenso tiene en Godoy Cruz. 

La pintada del loco Dubois está en una parada de tranvía, en un paredón. Referente de los clase baja y de Midland (también jugó en Yupanqui, Laferrere, Riestra, Lugano, Cañuelas y Deportivo Paraguayo, entre otros), Darío falleció en 2008, a sus 37 años, tras un asalto en Isidro Casanova a la salida de una sala de recitales donde trabajaba como sonidista. Dubois traspasó las fronteras bonaerenses y llegó a Mendoza en el pincel de un hincha de la Lepra que le gusta “el fútbol de antes”. 

“Hacía rato teníamos ganas. Dubois era un personaje romántico desde sus ideas, eso siempre nos gustó”, dice Paradizo. 

Darío, según su admirador, representa a esos jugadores “que no aparecen en internet” y formó parte de una camada de futbolistas con adeptos propios más allá de la camiseta que vistieran. Al loco lo seguía una especie fan fest donde los hinchas tomaban birra La Diosa y no llevaban riñoneras. Revolucionario, este marcador central, pese a su posición en la cancha, era de la escuela del Diego, de Garrafa. Ustedes me entienden. 

“Lo que nos gusta de los jugadores de antes es que a veces ibas a la cancha y no te importaba de qué equipos eran, sino que disfrutabas de sus picardías. Además, tiene el condimento que después del partido, la ducha, al otro día iban a laburar”, comenta Paradizo. ¿Alguien dijo “la cosa sana”?

Pablo Vico: Historia e identificación

Cuando Pablo Vico (66) superó los 4972 días ininterrumpidos como entrenador de Brown de Adrogué se convirtió en un hombre récord en el fútbol argentino. Arrancó el 21 de marzo de 2009 en al banco Tricolor y en 2022 desplazó como DT más duradero en un mismo club a Victorio Spinetto, histórico entrenador de Vélez. 

Los ascensos, consolidar a Brown en el Nacional B, ser un hombre de la casa, son algunas cosas que destacan a Vico por sobre el resto. Pero lo que verdaderamente le hizo ganarse el respeto de propios y ajenos, fue su historia. El Bigotón, con pasado en el fútbol profesional y confeso hincha de Huracán, primero trabajó cuidando las instalaciones del club, luego colaboró en las inferiores, hasta que le llegó el turno en primera y allí sigue. Firme. Pensando en el plantel para esta temporada.

Foto: Nehuen Rovediello

Todo un pionero del home office, Vico vive en el estadio Lorenzo Arandilla y no estamos metaforizando su extrema dedicación. Pasa sus días, literalmente, en el estadio, en una casa que el club le construyó dentro de la estructura del estadio. Tiene vecinos sólo los fines de semana, cuando, los jugadores entran y salen de los vestuarios linderos a su pared. Durante la pandemia estuvo aislado en su lugar de trabajo, recorriendo una y otra vez el pasillo que sale al verde césped. La humildad de un DT que llegó para dirigir la división Baby del Tricolor y hace más de una década da las conferencias post partido en la galería de su casa. 

Todas estas particularidades detrás del récord lo llevaron a ganarse el cariño de  barrios que, como no podía ser de otra manera, lo retrataron una y otra vez. En 2019, el propio Municipio de Almirante Brown  lo homenajeó con una Plaza en Rafael Calzada. 

Foto: Nehuen Rovediello

El Hacha que mandó al descenso a River

César Mansanelli es, como tantos otros, uno de “los que llegó” desde una localidad pequeña como Malvinas Argentinas, ubicada a 14km de la ciudad de Córdoba. También, como tantos otros, fue homenajeado por su carrera e inmortalizado en su tierra como ídolo y referente permanente. O al menos hasta que se lave la pared que lleva su nombre y un icónico festejo de gol. 

“En Malvinas pintamos nuestras historias”, fue el lema con el que le obsequiaron el mural al ‘Hacha’ Mansanelli. Vestirá allí eternamente la camiseta del Pirata cordobés. Belgrano. La misma casaca con la que le convirtió un gol a River para condenar su histórico descenso y la vuelta del Celeste a Primera División (2012).

El extra místico de este volante central, además de ser un reflejo de las deidades de barrio del interior del país, es que aún sigue con los cortos puestos. El veterano mediocampista disputó durante 2022 el campeonato de la Liga Regional Riotercerense de Fútbol con el club Juventud Agrario de Corralito. Para Cavallo que lo mira por TV.

Pieters: Lomense por adopción 

Está llena de artistas la tierra de Martín Bossi,  Lomas de Zamora. Algunos trabajan para los medios mainstream y otros les agradecen a sus ídolos populares, por ejemplo, el gol por un ascenso a Primera. 

Fabio Pieters jugó en Talleres de Córdoba, Estudiantes de La Plata y Gimnasia de Jujuy, pero en ningún lugar lo van a amar tanto como en Lomas de Zamora. El volante, ya retirado, no ayudó a un anciano a cruzar la calle, ni municipalizó el hospital de Lavallol, solo le alcanzó con abrir el pie para convertir el gol clave en la finalísima con Quilmes y darle el ascenso a Primera División al Milrayitas. Fue así como se convirtió en el héroe ‘de la generación del 2000’. 

«Dominando la pelota a toda velocidad, sigue Pieters, pasó Pieters, aquí va Pieters…», relató Walter Nelson. Lo demás es historia. 

Créditos Prensa Los Andes

 Desde entonces hasta hoy los pibes de ‘Ganando las calles’ llevan las tintas Milrayitas por todo el distrito. Eligieron una pared en las calles Pereyra Lucena y Santa Fe, a cuadras del estadio Eduardo Gallardón, para rubricar eternamente el gol de Pieters frente a la inútil respuesta del arquero cervecero. 

Los murales son tan solo una de las representaciones de amor para con los ídolos del fútbol, los íconos barriales. Sí, quizás de las más bellas. Por eso, las historias recién  narradas no resumen lo que Argentina y sus potreros le dieron a este deporte. Tampoco lo que cada rincón de este rico país campeón del mundo tiene para contar. 

Por eso en Tierra Roja te invitamos a acompañarnos en esta movida. ¡Envíanos la foto del mural de tu barrio! Para mostrar a lxs orgullos de tu localidad, ciudad o provincia. Para compartir las pinturas que nos enorgullecen por siempre.

Foto de portada: Nehuen Rovediello